Monday 16 November 2009

UP AND DAWN

24 años y estaba a punto de recobrar su vista. En su nacimiento hubo un problema con la anestesia que le afecto a la visión y nunca había visto ni sentido un ápice de luz en sus retinas. Dos fantasmas blancos que tenía en lugar de ojos no le dejaban ver nada, solo su infinita imaginación le había permitido ver todo lo que había querido ver.Vivía en la capital de la tecnología y gracias a unos avances de última generación le iban a operar de su extraña enfermedad para, por fin, pudiera ver la luz que le había sido esquiva desde que nació.Ando era un trabajador de 45 años, tenía 3 hijos y una hija, su mujer tres años menor que él le abandonó hace dos años con sus hijos y Ando todavía no lo había superado, no pudo con la separación de sus hijos.Cual abeja obrera trabajaba todos los días cerca de 12 horas, su mujer le exigía bastante dinero para criar a sus hijos cada mes. Ando le daría el dinero de buen gusto si no fuera por que su mujer le gustaba quedarse con parte para ir a jugar al Pachinko.Se levantó, se puso su mono azul y desañunó como el resto de las mañanas de su vida. Ando era pura monotonía, bajó las escaleras de céntrico piso y se unió como uno más al río de gente que bajaba por la calle camino del Subway.Hiro se vistió como si fuera el día más importante de su vida, estaba claro que lo era, su mejor traje regalo de su madre, unos zapatos que por el tacto que tenían debían reflejar una sonrisa de oreja a oreja que Hiro esbozaba, era feliz.La voz electrónica del elevador le anunció que había llegado a la planta baja, allí el portero le esperaba y como cada mañana le saludó efusiva mente, Hiro era muy querido por todos. Un taxi le esperaba en la puerta, el portero le abrió la puertay se despidió de Hiro y el coche arrancó. Dentro del taxi Hiro le contó al conductor y éste le deseó buena suerte. El taxi llegó al hospital.Ando se apoyaba en una anilla dentro del vagón, estaba repleto, todo el mundo miraba al infinito incluso Ando que divagaba sobre sus hijos y la posibilidad de disfrutar con ellos durante todos los días de la semana. Salió del metro y llegó a la oficina, allí loe dijeron cual era su destino, lo miró en el metro y se fue.Arrancó el pequeño coche de la empresa y salió del garaje,cientos de coches manchaban las calles de Tokyo y Ando seguía pensando en lo mismo, sus hijos. El móvil sonó, era su mujer exigiéndole el dinero que este mes no había llegado. Los dos tuvieron una fuerte discusión, Ando no tenía suficiente dinero y le daba mucha rabia sabiendo para que se lo iba a gastar, Ando le colgó llegaba al destino que le había marcado para trabajar hoy.Hiro estaba en la habitación del hospital, bastantes médicos y enfermeras le rodeaban, sintió como una aguja se le clavaba en el pecho, era la anestesia, la misma que le dejó ciego ahora serviría para devolverle la añorada vista, menuda paradoja pensó. La anestesia que te lleva al sueño más profundo ahora me daría la luz.A los pocos segundos los párpados se convirtieron en losas y cubrieron sus dos grandes ojos blancos, Hiro se durmió.Ando subió escalón tras escalón hasta que llegó al último piso, abrió su caja de herramientas y sacó lo que le hacia falta, los engranajes estaban mal y quito unas tuercas, vio que una estaba mal y paró el mecanismo para que no se rompiera entero. En ese instante recibió otra llamada a su móvil, era su abogado.Ando no entendía nada, solo sentía una invasión de felicidad, le estaban informando que le devolvían la custodia de sus hijos pues a su mujer la habían declarado ludópata. Ando daba saltos de alegría, no podía aguantar la euforia, rápido llamó a sus amigos para contárselo. El mecanismo seguía apagado.Hiro se despertó, abrió los ojos y seguían los tonos grises y negros presidiendo su vista, no entendía por que nada había cambiado, Hiro gritaba ante tal panorama, el doctor se acercó y le puso la mano en el hombro tranquilizándole, le dijo que era algo normal, también le dijo que en unos días recuperaría la vista. Hiro sonrió y se volvió a dormir.Pasaron dos semanas y por fin le dieron el alta, todavía no veía nada pero notaba cambios substanciales, unas sombras que le llenaban de optimismo. El doctor se despidió de él, Hiro tiró el bastón el doctor le aconsejó que no lo hiciera pero estaba demasiado eufórico como para no hacerlo. Llegó hasta el elevador y pulsó el botón, se abrieron las puertas y Hiro se despidió de su doctor levantando la mano dio un paso hacia delante y oyó un grito. Lo siguiente fue el vacío, Hiro había recuperado la vista y lo último que vio fue una serpiente negra en la que él caía sin remedio.Ando estaba llorando de felicidad, sus hijos volvían con él, volvió al mecanismo y lo volvió a enchufar. El ascensor estaba otra vez en marcha. Ando bajó deprisa las escaleras para ir a ver a sus hijos, lo que no esperaba es que allí estaba esperándole la policía para llevarle a la cárcel por homicidio involuntario.iván

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