Wednesday 17 March 2010

LA LEYENDA DEL PANTANO DE SAN JUAN (BORRADOR)

Hay cosas que viven en profundidades tales que las personas somos incapaces de comprender.

El autobús estaba lleno, el viejo reformatorio mixto de la Asunción tenía una excursión. El centro estaba situado en las afueras de Madrid y sóllo daba amparo a chicos y chicas entre 16 y 17 años, es decir a punto de ser mayores de edad. No eran chicos muy peligrosos, la mayoría, pero sí, eran incomprendidos que buscaban su sitio.

Estas excursiones les daban la vida,era la forma perfecta de olvidarse de sus vidas aunque tenían un régimen bastante estricto, el director del centro Fermín era su primer año y tenía una filosofía bastante peculiar acerca de la libertad y la conducta. En la última fila del autobús se supone que estaban los tíos más rebeldes, pues bien allí estaban Canito, Vanesa y Raúl, sobraba un sitio pero Canito lo utilizaba para apoyar sus pies, Raúl se estaba liando un pitillo y Vanesa miraba como hipnotizada a través del cristal del autobús. Los demás cantaban canciones de sardinas y de charcos en el colegio.

La excursión era al pantano de San Juan, lo había elegido Fermín, le acompañaba el profesor de gimnasia, se llamaba Paco y según Canito era un tío legal. Paco quería que los chavales hicieran ejercicio en el agua, el verano acababa de comenzar y el tiempo era ideal para aquello.

Canito se estiro y bostezó, un gesto bastante normal en él. Era de estatura media, le gustaba usar camisetas muy usadas de grupos antiguos, herencia todas de su hermano mayor, muerto en un accidente de tráfico, al igual que los baqueros rotos y descoloridos . Su pelo castaño contrastaba con sus ojos verdosos que le hacían tener una mirada profunda. Raúl era más pequeño, delgado y más descarado. Su pelo rubio y sus pómulos prominentes le hacían tener una cara de pájaro muy peculiar, era muy nervioso y no paraba quieto un momento, lo único que le calmaba era fumar. Vanesa era diferente fisicamente y mentalmente, había madurado antes que sus compañeros y su cuerpo era mucho más de mujer que los de Canito y Raúl de hombres. Su pelo era negro y le caía sobre los hombros como un telón majestuoso en un teatro barroco, su piel blanquecina y los ojos negros le hacían parecer inaccesible aunque en realidad no lo era, los años que había pasado en la Asunción le habían cambiado y su sentido de la responsabilidad había crecido considerablemente, Canito y Raúl eran sus protegidos. No tenían apenas relación con sus otros compañeros solo a veces cuando Raúl se metía con ellos o Canito les quitaba algo, pero siempre estaba ahí Vanesa para sacarles del embrollo.

El autobús paró delante del lago junto a unas cabañas de madera, el complejo se llamaba la Cigüeña, las alquilaban para que ejecutivos hicieran deportes náuticos en el pantano. Fermín había conseguido un precio especial por ser principio de temporada y unos favores algo extraños que nadie comprendió.

Los chicos bajaron del autobús como una manada de ñus corriendo por la sabana africana. Entraron en las cabañas ocupando camas a diestro y siniestro. Canito, Raúl y Vanesa ocuparon la última cabaña, los tres se tumbaron. Raúl exclamó.- Qué sitio más guapo.- Canito saco unas revistas y Vaneasa de un tirón quitó las mantas y sábanas cuando entró Fermín.

-Señorita ponga eso como estaba y ahora mismo usted debe ir a las cabañas de las damas.- Dijo el director.

-Venga Fermín, no nos joda, déjela hombre, es nuestra a amiga, nada más.- Dijo Raúl indignado.

-¡Ese vocabulario! Cállense o se van los tres a Madrid.- le contestó Fermín con una falsa autoridad que le hacía sentir más viril.

- No os preocupéis, luego nos vemos.- Dijo Vanesa tranquilamente, ésta echó una mirada a Canito que a su vez miraba a Fermín con odio. Los dos salieron de la habitación.

-Este tío se merece un galletón, pero de los guapos con la mano abierta.- Dijo Raúl mientras desacía la maleta.

-No te preocupes, a cada cerdo le llega su San Martín.- le contestó canito.- Además con esa cara de pederasta que tiene pronto le confundirán con uno y le meterán un palo por el culo en cualquier esquina hasta reventarle.- volvió a decir Canito, mientras Raúl no podía aguantar la risa.

Después de un rato salieron todos, detrás de las cabañas había una gran mesa de madera, los asientos eran troncos. Se sentaron todos incluidos Fermín, presidiendo uno de los lados y Paco el otro. Salieron tres coordinadores vestidos igual, con gorras rojas y uniforme caqui. Eran los que se encargaban de llevar la instalación, este era su primer año. Habían cambiado de dueños, ellos eran los amigos de Fermín y por los cuales habían conseguido un precio especial. Los coordinadores les explicaron las actividades y las reglas básicas, como no ir solos al pantano, no armar jaleo por la noche, ir siempre acompañados, las horas de las comidas etc . Alguien preguntó cuando era la hora de irse a dormir a lo que contestaron los coordinadores que las 23.30, menos los días con actividades especiales. Los chicos pusieron el grito en el cielo.

- Menuda mierda, no me lo puedo creer.- Dijo Raúl entredientes a Canito.- No te preocupes que ya encontraremos alguna forma.- Dijo Canito tranquilizando a Raúl, Vanesa atendía a lo que decían los coordinadores pues comprendía que cuanto más protestara peor iba a ser, aunque le jodía más que a ninguna.

-Y ahora os presentamos a nuestra cocinera Marisa.- dijo el coordinador más alto, a la vez que se apartaba y dejaba ver a una señora regordeta oscura de piel, como una gitana. Sus facciones denotaban que de joven fui muy bella pero con el tiempo su cara había descubierto arrugas hasta ahora invisibles, parecía simpática y accesible.

-Hola chicos, soy Marisa, soy vuestra cocinera, vais a repetir todos lo días, cabroncetes.- Dijo haciendo sonreír a los chicos cuando más enfadados estaban después de la noticia del toque de queda.

-Además me han dicho que cuenta unas historias terroríficas.- Dijo Paco haciéndose el interesante.- Eso esta noche.- Dijo Fermín no queriendo adelantar nada.

- Eso si queréis esta noche, os cuento la leyenda del pantano, si vais a estar aquí varios días, la tenéis que saber.- Dijo Marisa misteriosamente.

El coordinador principal, interrumpiendo a Marisa se llama Dani y es pelirrojo con tantas pecas como despistes dijo.- Bueno dejaros de fantasías y ahora podéis conocer las instalaciones.- Los chavales se levantaron y se fueron.

Vanesa se juntó rapidamente a sus dos compañeros y empezaron a pasear por el campamento. Estuvieron en el embarcadero, un camino de tablas que se adentraba en el pantano, en el final de este había serie de barcas pequeñas que flotaban y se movían timidamente al ritmo del débil oleaje. Vanesa y Raúl estuvieron haciendo ranas con las piedras de la orilla, mientras Canito muy pensativo estaba tumbado en la hierba. Al rato fueron hasta la tirolina, estaba colocada en un árbol muy grande y caía hasta el pantano. Raúl hizo un amago de subir para tirarse pero Vanesa se lo impidió. Siguieron viendo el campamento, el campito de fútbol, los baños, una pequeña piscina, un establo abandonado, la casa de los cordinadores, separada de las cabañas y con las puertas y ventanas echadas y así todo el recinto de la Cigüeña. Casi sin darse cuenta era la hora de la cena. Fueron a sus cabañas para ponerse algo encima de sus camisetas, la cena les esperaba.

Chicos y chicas estaban separados, a un lado ellos y al otro ellas, cada uno de los extremos Fermín (con ellas) y Paco al otro (con ellos), los coordinadores cenaban en su caseta. Canito escuchaba su MP3. Ignoraba a Raúl que no hacía más que quejarse del hambre que tenía. Vanesa hablaba con Rosa, la única chica que aguantaba del reformatorio, Rosa le preguntaba cosas sobre Canito a lo que Vanesa le contaba todo el rato que tenía pollón, Rosa que era un poco ñoña no se enteraba de nada, sobre todo por que él que se fijaba en ella era Raúl y no Canito.

El alboroto paró cuando Marisa pidió ayuda para traer la comida. Paco y dos chavales se levantaron, Canito se quitó su MP3, un olor indescriptible llegó hasta su nariz, Raúl cogió cuchillo y tenedor y se relamió sus delgados labios. Un caldero humeante llegó hasta la mesa y Marisa fue sirviendo la cena uno por uno. Después uno de los chicos advirtió a Paco que querían escuchar la historia que Marisa les había prometido. Fermín y Dani pusieron alguna pega pero Paco y la insistencia de todos ayudó a conseguir que accedieran. Marisa accedió y les dijo a todos que sin fogata no había leyenda.

La hoguera era grande y el final de las llamas hacia dibujos salidos de los sueños, todos estaban alrededor de ésta, algunos querían escuchar la historia de Marisa y otros como Canito querían alargar lo máximo posible su marcha a la cama. Vanesa se sentó al lado de Canito mientras Raúl tonteaba con Rosa. Marisa llegó con una silla y se sentó en el medio de todos. Estaba a punto de comenzar su historia.


- Lo primero gracias por escuchar esta bonita pero triste leyenda que se oye en los alrededores del pantano desde hace años tantos que ni el agua se acuerda de cuantos.Como sabéis mi nombre es Marisa, aunque este nombre es el que utilizo ante vosotros, mis antepasados son gitanos y mi nombre es otro, es LYUBA que significa la que cuenta con todos, mis antepasados vienen de Rumanía eran mercaderes que se instalaron cerca del pantano para comerciar con las comarcas de la sierra, ellos aprendieron esta historia que boca a boca y generación a generación llegaron hasta mí.
"Había una familia gitana, la más numerosa de toda la región, tuvo su 3ª hija, ésta creció y se convirtió en un mujer preciosa, con el paso del tiempo, la mujer más bella que nadie jamás había visto, era tan bella que las flores le hacía reverencias cuando ella pasaba y la luna lloraba de pura envidia. Esta mujer se llamaba Judi. Judi tenía como vecinos a unos mercaderes que habían llegado del norte, estos tenían un hijo, el único de la familia se llamaba Carlos y no era gitano. Pues bien Judi y Carlos se enamoraron, se veían a escondidas y se amaban con pasión hasta que un día llegó la desgracia a el poblado donde vivían gitanos y mercaderes. Un grupo de bandidos, gentes que vivían en la sierra sin escrúpulos y ausentes de bondad, les asaltaron, raptaron a las mujeres más bellas siendo Judi la más perseguida, Carlos se intentó interponer pero cuando estaban a punto de escapar un puñal endemoniado llegó hasta él arrebatándole la vida. A Judi solo le cayó una lágrima pero tan dolorosa que ni un millón de llantos lo hubieran superado.
Los bandidos ataron a todas las mujeres y a los hombres y los encerraron en el establo. A ellas se las querían llevar para solo Dios sabe qué y a ellos los querían quemar vivos dentro del establo. Judi y las otras gitanas comenzaron a cantar en lenguas perdidas en el tiempo, los bandidos les miraban extrañados sin saber que hacer. No sabían si reírse o hacerlas callar.
Pues bien algo pasó, algo salió de dentro del pantano que acabó con la vida de los bandidos y salvó a los comerciantes que allí vivían. Algo de las profundidades que no se quedó impasible ante tal atrocidad apunto de pasar.
Judi tiró el cuerpo de Carlos en medio del pantano con una roca atada al tobillo para que se hundiera con "eso" que les había salvado la . Judi murió años después loca de tristeza sin saber muy bien que pasó esa noche, cada día iba al lago y tiraba unas flores en recuerdo de Carlos. Desde entonces dicen que el pantano tiene su propio vigilante que nos protege a todos de aquellas personas oscuras de corazón."

Hubo un silencio, los chicos estaban divididos había algunos que había prestado atención, otros que no habían hecho ni casi e incluso algunos que se había dormido. Vanesa se había quedado bastante impresionada y Canito se lo recriminaba diciéndola que era cuentos para niños, que era absurdo que que iba a salir del pantano. Vanesa se quedó mirando a Marisa fijamente y ésta se cruzó la mirada con Vanesa y sin hablar se dijeron que se comprendían.

Fermín se levantó y mandó a todo el mundo a sus cabañas. Paco y los monitores con Dani a la cabeza les echaron una mano. Poco a poco todo el mundo desapareció, la hoguera poco a poco dejó de dibujar formas imposibles hasta que se apagó expirando un denso humo que filtraba la luz de la luna haciendo de esta una pared espectral.

Vanesa intentaba dormir boca arriba, la historia del sueño le había dejado intrigada ¿Habría cosas que no podríamos explicar, cosas que suceden por que tienen que suceder y no tienen un sentido lógico? Vanesa sin duda ya no merecía estar en ese reformatorio, era mucho más madura que todos sus compañeros y también mucho más sensata. Se dio la vuelta y se quedó mirando el cielo estrellado, aquel, o eso esperaba que un día cobijó a Judi. El mismo que fue testigo de lo que hicieron los bandidos y lo que luego aconteció.
Vanesa estaba a punto de dormirse cuando una fría mano le sacó del mundo de los sueños donde todo el mundo es lo que quiere ser. Dio un salto, se asustó, era Canito.

- Vamos tonta, o pensabas que nos íbamos a quedar parados el primer día de campamento.- Susurró Canito mientras detrás de él estaba Raúl con Rosa mirando hacía todos los lados.

-Mira sois lo peor, me visto y voy.- Le contestó Vanesa mientras mandaba callar a una compañera de cabaña que había abierto los ojos.

El campamenrto estaba en silencio, algunas pájaros cantaban a modo de chirridos incomprensibles y otros insectos les contestaban en una conversación imposible. Vanesa, Canito, Rosa y Raúl, caminaban sigilosamente. La idea era ir al pantano y darse un baño.

-Estáis locos, como os pillen nos la cargamos a Madrid directos.- Dijo Rosa con cierto nerviosismo, casi riéndose.

- Calla ahora el agua va a estar debuti.- Contestó Raúl.

El pantano estaba en calma la luna se reflejaba en él como una ciudad acuática llena de neones, las barcas se movían en el embarcadero y algunas peces saltaban tomando aire como añorando el poder caminar. Canito se quitó los pantalones y la camiseta y corrió hasta el pantano y se tiró, sus amigos al instante le chistaron para que no hiciese ruido. Los demás le siguieron.

-Ves, os lo dije el agua está buenísima.- dijo Raul antes de hacer una aguadilla a Rosa.

-Me da un poco de mal rollo.- Dijo Rosa al salir del agua.

-¿Por?.- Dijo Vanesa.

-Pues por lo de la leyenda, Carlos y todo eso, imagina que es verdad.- Contestó Rosa.

-Buah, qué dices, eso es una gilipollez, esas historias son cuentos chinos.- Al decir esto Canito mientras se mantenía flotando en el agua un pez bastante grande saltó al lado de ellos.

-Joder me he acojonado.- Hubo un silencio y Raúl volvió a hablar.- Oye de que historía habláis.- Canito se rió, Vanesa les miro y les dijo.- Venga anda vámonos que hace frío.

Salieron todos en ropa interior y se vistieron, las aguas volvieron a su calma y ellos se fueron a dormir, Rosa se fue a los baños que estaban un poco más allá. Encendió las luces y se fue a uno de los retretes, dentro escurrió su ropa interior dejando caer gotas sobre el suelo. Afuera alguien estaba caminando dentro , Rosa dijo en voz alta.- ¿Raúl eres tú?.- Silencio y pasos.- ¿Raúl? Contesta, no tiene gracia.- Los pasos se siguieron oyendo hasta que llegaron a la puerta, Rosa se levantó y puso la cabeza al lado de la puerta rozándola con su oreja, no oyó nada. Rosa se giró, miró hacia el otro lado y volvió a pegar más aún la cabeza en la puerta. Nada, silencio. Rosa se separó y pensó que habían sido imaginaciones suyas. Abrió la puerta miró a un lado y no había nadie, miró al otro y recibió un fuerte golpe en la cabeza, cayó sobre el frío suelo. La sangre corrió por el piso, Rosa intentó mirar quién le había golpeado pero recibe otro golpe que la dejó sin sentido. Unas manos envueltas en unos guantes le arrastraron por el suelo del pasillo dejando un surco de muerte.

El despertador sonó a las 08.30, todo el mundo estaba medio dormido y la primera sorpresa que se llevaron los chicos fue que les habían quitado los móviles a todos, esto no gustó ni un pelo a Canito y a Vanesa que se comunicaban con algún colega que había abandonado el reformatorio a través del móvil. Casi ninguno de los chicos tenía familia, o al menos reconocida. Salieron todos a desayunar refunfuñando por lo de los móviles, recibieron la explicación que los móviles estaban requisados por causas ajenas al reformatorio. A nadie le convenció esto pero había que tragar si querían pantano y sol.

Los sonidos de los vasos y cubiertos armonizan un concierto matutino, Raúl come galletas sin parar y Canito ya ha parado de y se está liando un cigarro que le ha dado Raúl. Vanesa, al otro lado, miraba extrañada el sitio vacío de Rosa.
Paco que no estaba desayunando llega hasta la mesa.

- Perdonad chicos ¿Alguien ha visto a Rosa?, no está en la cabaña y los coordinadores y yo no los encontramos por ningún sitio.- Dijo Paco mientras todos le miraban. Raúl dejó de comer galletas con mantequilla y se quedó pensativo.

-Pero si ayer yo la vi irse hacía la cabaña.- Se dijo Canito como a sí mismo.

-No espera, se fue al sercvio no te acuerdas ¿No la acompañaste?.- Dijo Canito.

-No joder me fui a sobar, estaba muerto.- Le contestó Raúl excusándose.

-Vaya tela Raúl, estás hecho todo un caballero.- Contestó Canito.

El desayuno acabó de una manera extraña, los monitores estaban nerviosos y Fermín iba de un lado para otro. Vanesa, Canito y Raúl observaban todo desde el techo de una de las cabañas, éste último estaba afectado y se sentía algo culpable por no haberla acompañado al servicio.

-Todo esto es muy raro ¿Dónde se habrá metido la Rosa?.- Dijo Vanesa.

- ¿Pesáis que se ha escapado?.- Dijo Raúl.

- Ni de coña, dónde va a ir, de todas formas todavía es pronto, a lo mejor se ha despistado por el pantano.- Les dijo Canito mientras consumía el cigarrillo.

- Vosotros creéis que volvió al pantano.- Advirtió Vanesa

- Ni de coña ella sola, ni de coña...podemos ir a buscar algo a los baños, a lo mejor hay algo que nos diga lo que pasó.- Dijo Canito acabando el cigarro y lanzándolo con su dedo corazón.

- Si venga vamos, esto del campamento al final va a molar.- Dijo Raúl descolgándose del tejado de la cabaña. Detrás de él fuero Vanesa y Canito. Atravesaron todo el campamento, pasando por las cabañas, la caseta de los coordinadores y llegando a los baños. Estaba todo normal, como recién lavado, miraron por todas partes pero no encontraron nada sospechoso. Paco entró en los baños y se sorprendió al verles dentro.

- Chicos que hacéis aquí, la cosa no pinta bien. No la encontramos por ningún lado, si mañana seguimos así llamaremos a la policía.- Paco estaba más serio de lo que era normal en él, un profesor de vocación, muy cercano y simpático.- ¿Sí sabéis algo decírnoslo ahora?.- Los chicos le miraron en silencio.

- No no sabemos nada, Paco.- Dijo Vanesa rompiendo el incómodo silencio. A lo que interrumpió un coordinador diciendo.

- Paco tenemos un problema, han desaparecido otros dos chicos.- Vanesa y Canito se sorprendieron al oír esto.

-Me voy, tened cuidado y no os metáis en líos.- Se despidió Paco.

- Joder otras dos desapariciones, esto se está poniendo chungo.- Dijo Raúl.

-Venid, se me ha ocurrido una idea.- Dijo Vanesa y los tres salieron del baño.

La caseta de los coordinadores no era de madera era la única edificación que estaba hecha de cemento, algo separada de las cabañas de madera. Los tres chicos la rodearon y fueron por detrás se acercaron hasta la casa. A Vanesa se le ocurrió ir a ver si podían escuchar algo, por si sospechaban de ellos. Se acercaron sigilosamente, era mediodía y el sol quemaba, la tierra ardía y hasta los insectos más minúsculos se escondían. Vanesa y Canito estaban muy cerca de la pared de cemento, Raúl estaba más retirado. Se oían voces dentro, no era una discusión pero era evidente que estaban nerviosos. No podía llegar a entender nada, la cosa no pintaba bien, habían desaparecido 3 compañeros, no tenían móviles y la incopetencia de los coordinadores y Fermín eran palpables. Él único que les daba confianza era Paco pero no parecía suficiente.

Fermín dio un aviso a todos para que se reunieran rapidamente en la mesa de madera, la cara de los chicos era preocupante. Canito y Vanesa miraban a todos para intentar adivinar quien faltaba. Raúl se colocó detrás de ellos un poco ausente. Fermín y los coordinadores hicieron callar a todos.

- Bueno como sabéis, han desaparecido tres compañeros vuestros, Rosa Jiménez, Pablo Castro y Lucía Chacón. Si alguien tiene algo de información es el momento de decirlo.- Dijo Fermín, todos se miraron como si supieran que alguien sabe algo. Raúl levantó la mano. Canito y Vanesa le miraron anonadados, como si no se creyeran lo que estaban viendo.- Bien dígame caballero ¿Qué sabe usted?.- Dijo Fermín sorprendido.

-Nosotros estuvimos la 1ª noche con Rosa, nos estuvimos bañando en el pantano y luego volvimos, ella se fue al baño y nosotros a dormir.- Dijo Raúl ante la mirada inquisitiva de Canito y Vanesa.

-No me diga...pero bueno lo que nos faltaba así que a estas alturas todos tan nerviosos y ustedes nos mienten.- Dijo Dani, el coordinador pelirrojo.

-Esto es intolerable, ustedes tres castigados y más adelante veremos que hacemos con ustedes.- Dijo Fermín como satisfecho.

Los tres coordinadores de gorras rojas cogieron a los acusados y se los llevaron hacia su castigo. El establo les esperaba. Los llevaban con no muy buenas maneras los metieron dentro, les encerraron y se fueron. Era un establo antiguo con paredes de madera robustas y macizas. Una escalera llevaba a la parte superior donde había paja seca.

- Eres lo peor Raúl, mira lo que has conseguido gilipollas.- Dijo Canito enfadado.

-Y qué quieres, esto ya va en serio. Mientras más sepan mejor.-Dijo Raúl a la defensiva.

-Pero coges y se lo dices a Paco, no ha todos lo mamarrachos que nos han traído aquí.- Dijo Vanesa.

Fuera las nubes cubrieron el campamento, densas gotas comenzaron a caer, estas gotas se tiñieron con la sangre de los chicos, varios hombres encapuchados corrían por las cabañas cazando literalmente a todo el que andaba por allí, caían al suelo lleno de charcos, tiñiéndolos de rojo. El cielo se oscureció más, los gritos se mezclaron con los llantos y pocos fueron los que quedaron en pie. La Cigüeña en cuestión de minutos se convirtió en un antiguo campo de concentración donde los presos eran los alumno víctimas de golpes, los necesarios hasta dejarlos inconscientes. Lluvia, sangre y lágrimas unidos en una marcha atroz.

Dentro del establo, Canito intentaba mirar por una rendija entre las maderas, Vanesa detrás asustada le cogía de la mano, Raúl en la parte de arriba intentaba ver algo. La puerta de atrás se abrió. Dos hombres de negro con capucha y pasamontañas se acercaban, estaban chorreando por la lluvia, los dos llevaban algo en sus manos que no dejaban ver. Canito se dio la vuelta y cogió una barra de metal que tenía a su lado, Vanesa también se colocó en posición, los hombres cada vez estaban más cerca, paso a paso. Canito y Vanesa cada vez estaban más cerca de la pared hasta que chocaron con ella, uno de los hombres sin rostro movió su brazo pero antes de que los chicos vieran lo que había en el. Raúl que estaba arriba obrsevando todo se dejó caer sobre los dos de negro tirándoles al suelo.

- ¡Corred! ¡Iros!- Dijo Raúl mientras los sujetaba en el suelo.

Canito y Vanesa salieron del establo por la puerta de atrás, hicieron un ademán de quedarse con Raúl pero era demasiado tarde, la lluvia caía con fuerza. Apenas veían nada, alguna sombra a lo lejos caminaba torpemente, seguramente por causa de las heridas. Siguieron corriendo. El agua les golpeaba con fuerza en sus cuerpos y resbalaba hasta caer en suelo mojado. Una luz al final del camino se les presentó, era Paco.

Estaba al lado de una de las cabañas, les hacía gestos con los brazos. Corrieron hacia allí, rápido, de la mano. Cuando llegaron Paco tenía sangre en la boca, clavó las rodillas en el suelo y cayó de bruces. De su espalda brotaba la sangre, una gran herida le cruzaba todo él, como una serpiente de sangre y carne.
Canito oyó algo se dio la vuelta pero resbaló con el barro, Vanesa miró hacia el otro lado. Dos hombres estaban a su lado y otros tres a su otro lado. Sus manos se soltaron, Canito cayó. El barro y el agua se mezclaron, los hombres que les rodeaban se avalanzaron sobre él. La mano Vanesa se quedó estirada sin respuesta, Canito en el suelo no podía alcanzarla. Los golpes se suceden. Vanesa corrió sin mirar atrás. Un grito tremendo sonó.

Atravesó el campamento, las cabañas de madera quedaron atrás. La lluvia cayó con fuerza, un trueno avisó del terror que se cierne sobre Vanesa, sin saber muy bien que pasa huía de lo que había dejado atrás. No puede más, para, se intentaba recuperarse. El cansancio no le dejaba pensar con claridad.

-¡ Vanesa!.- Alguien ha dicho su nombre, Vanesa miró hacia todos los lados estaba anocheciendo, alguien se acercaba pero no va encapuchado, no era uno de ellos, Es Fermín. Vanesa sintió alivio pero algo dentro de ella le hacía sentir un mal palpito.

- Vanesa, menos mal ¿estás bien? ¿Qué locura es esta?- Dijo Fermí casi al lado de Vanesa.

- No lo sé, esto es una locura, vámonos , vámonos.- Dijo Vanesa llorando a la vez que se daba la vuelta para huir. Pero no pudo, un golpe seco en la nuca la dejó noqueada, notó un líquido caliente recorrer su espalda, era sangre. Vanesa estaba inconsciente.

Los párpados estaban pegados, Vanesa no sabía si eran por la sangre o por otro líquido pegajoso. Intentó frotárselos con las manos pero las tenía atadas. Intentó con todas sus fuerzas abrir los párpados, cerrados como si no quisiera ver nada. Al fin lo consiguió y vio un cielo estrellado, miles de estrellas que eran testigo de lo que allí estaba acaeciendo. Giró la cabeza y vio a un hombre con barba negra, vestía una túnica roja y portaba una daga con la empuñadura. Miró al otro lado y vio en el suelo a Marisa, llena de sangre. Sus ojos sin vida asustaron todavía más a Vanesa. Por su lado pasó alguien reconocible, era Dani. También llevaba una túnica, era negra y llevaba en brazos una chica, no la veía bien pero parecía Julia, una compañera. El hombre con la túnica roja se levantó la daga, se disponía a hacer algo.

- Daniel, tráela aquí al lado del altar.- Dijo mientras se colocaba a un lado de una piedra plana al borde del pantano. Sobre esta piedra había sangre, mucha. Sangre que corría hacia abajo y llegaba hasta el agua del pantano. En torno a esta roca había varios cadáveres de chicas compañeras de Asun. Dani la colocó sobre la roca y la daga cayó sobre ella. Un pequeño alarido salió de la boca de la propia chica, un suspiro que se fue con su vida, la sangre volvió a caer sobre la roca y fue a parar al pantano. El agua roja y negra escondía secretos difíciles de comprender.- Gracias por esta sangre que te damos a ti, Dios y testigo de nuestras vidas, que durante décadas nos has dejado vivir en tu regazo y nos proporcionarás la vida eterna. Tú que vives en el fondo del pantano y resurgirás para hacernos vivir en tu paraíso.- Dijo el hombre de la túnica roja mientras Dani y Fermín le miran fervorosamente. Al instante unos cánticos extraños empezaron a llegar a los oídos de Vanesa, detrás de ella había sentada mucha gente, todos ataviados con túnicas, caras pálidas, expresiones inocuas, gentes sin esperanza esperanzados por el vago anhelo de ilusión de una inmortalidad nunca prometida. Gentes que quizás no entendían ni lo que cantaban y que efectos tendrían.

Las cuerdas que atan a Vanesa estaban flojas y la sangre ayudaba a que sus muñecas, más pequeñas de lo común se resbalasen y lleguaran a soltarse. Todos los demás estaban en un éxtasis, no se podían dar cuenta de que Vanesa estaba consiguiendo escaparse. Las cuerdas cayeron al suelo, al fin consiguió darse la vuelta y alrededor de Vanesa había pesadillas, vio cadáveres de sus compañeras, sangre y gente cantando. No estaba en el campamento pero por el pantano dedujo que estaba cerca de allí. Las rodillas se clavaron en el barro, se arrastró hasta salir del circulo de donde estaba atada. Vio que había más compañeros atados de pies y manos consiguió ver a Raúl, se revolvía e intentaba zafarse. Vanesa le miró y este consiguió verla, Raúl se puso nervioso e intentó hacerle gestos pero era demasiado tarde Fermín había llegado hasta ella. Le dio un golpe seco en la espalda y Vanesa escupió sangre. Fermín desde el hombro le dio la vuelta y se quedaron cara a cara.

- Dónde te crees que vas, ahora que estamos a punto de acabar.- Vanesa se revuelve del dolor.- No seas mal educada, todavía no te mueves de aquí. Además vas a ser testigo de primer orden.- Vanesa tose sangre y Fermín le levanta, le coge desde atrás y le lleva a la orilla del pantano. Toda la gente que esta allí sigue cantando. Vanesa llorando intenta decir algo a Fermín.

- Pero estáis locos que hacéis, soltarme, por favor, por favor.- Dice Vanesa mientras se ahoga en sus propios lamentos.

- ¿Ahora? Imposible ¿Ves toda la sangre que estamos vertiendo en el pantano? No pararemos hasta que él venga, venga hasta nosotros y nos libere,- dijo orgulloso Fermín.

La sangre sigue fluyendo del cuerpo sin vida de la chica que yace en la Roca. El hombre con la túnica roja hace un gesto a Dani, el coordinador, para que traiga otro sacrificado.

-¡Mira! Parece que le toca a tu amigo.- Dijo Fermín, agarrando a su presa con fuerza mientras a esta se le revolvieron las tripas, era Canito. Vivía un infierno particular. La daga estaba en todo lo alto, brillante como una lágrima mortal, parecía que iba a bajar cuando algo pasó.

Del agua primero empezaron unas burbujas, el hombre de la túnica paró. Hizo un gesto y soltaron a Canito. Las burbujas cada vez se hacían más grandes. Volvía a llover, una lluvia densa que caía con fuerza, como gritos en la oscuridad. Una extraña algarabía comenzó, todos los que iban con túnica estaban fuera de sí. Pensaron que todo el tiempo que habían esperado había valido la pena, pensaron que eran los elegidos.

- Tantos años, tantas generaciones, tantas muertes y ya viene a nosotros.- Dijo Fermín mientras estrangulaba a Asun.- ¿Te acuerdas del cuento que te contó la pobre Marisa.- Dice Fermín mientras el agua se revuelve en la orilla junto con la sangre y las burbujas que cada vez son más grandes. Algo estaba a punto de salir.- Pues esa historia, como todas tiene su parte de verdad, pasó algo parecido. Algo venido desde el fondo del pantano salvó a mucha gente de los bandidos. Desde entonces le hemos venerado. A través de sangre le hacemos volver, cada cierto tiempo y a través de él- Dijo Fermín señalando al hombre con la túnica- llegaremos a tener lo que nos propongamos, hay cosas que habitan en tales profundidades que las personas somos incapaces de entender, que nos pueden hacer la vida infinita- Algo pasaba en el pantano, algo se movía en sus aguas llenas de sangre inocente.- ¡ Ahí viene! ¡Ahí viene!.- Dijo Fermín. Vanesa se quedaba sin aire, su rostro estaba azulado, debido a la falta de oxígeno. Los ojos de Vanesa, no aguantaban más, se iban a cerrar, no quería cerrarlos, no quería que la última imagen que viera fuese una panda de asesinos y tarados. Intentó zafarse pero no le quedaban fuerzas, se le cerraban los ojos, un suspiro de vida le dio fuerzas. Los vuelve abrir. Delante suya estaba Canito con una expresión feroz.

Canito se lanzó contra Fermín que np se había dado cuenta que el chico estaba allí. Los dos cayeron al suelo, Canito cogió una piedra y golpeó con todas sus fuerzas a Fermín. Una, dos, tres, cuatro, cinco...el cráneo de Fermín se esparció por el barro haciendo bonitos dibujos.
Vanesa, de rodillas en el suelo, se levantó todavía tosiendo debido al daño que le habían hecho las garras del ex-director Fermín. Cogió a Canito y salieron de allí, antes pisaron lo que quedaba de él y fueron hasta sus compañeros. Desataron a Raúl y los demás y corrieron, corrieron lo más rápido que sus fuerzas les dejaron.

3 horas después llegaron a un cuartel cerca de allí, en la sala de espera, Canito y Vanesa se quedaron dormidos, tranquilos después de mucho tiempo.

La noche pasó en calma, al día siguiente fue la policía, no encontraron ningún cadáver. Lo que si hayaron fue mucha sangre alrededor del pantano y muchas túnicas flotando sobre el agua turbia. Los cuerpos nadie los encontaría, estaban en lo más profundo del Pantano de San Juan junto con el cuerpo de Carlos y aquello que somos incapaces de comprender.
IV...

2 comments:

  1. me a encantado, si señor!!!
    me imagino que te refieres al pantano de san juan???

    eres de San Martin de Valdeiglesias???

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  2. SI, GRACIAS.....

    no soy de allí pero iba a un camping cerca de allí

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